After having shared our fatigues, the companions wish to share
the pleasures …
And far from breaking the fiddler’s guitar as the Christian priest
would, it is under our fingers that the instrument of the dance
will resonate …
In the middle of the ball, a circle of men and women forms.
Our songs strike the air, we offer a word.
The clouds wandering in the atmosphere come together;
a few drops of rain fall.
Hooray! Hooray! For it has not rained for two months and the
tobacco is parched in the fields and the vegetables dying in
the gardens! // Earth and air commune in an abundant rain just
as we commune with these good cultivators«
Smoke Land“ 77 Min. Germany, 2011
Concept / Direction / Performance, Silvia OSPINA. ;Music: Edson VELANDIA – Velandia y la Tigra; Scenography: Leopold VOLLAND; Text: Federico ROJAS PUYANA/ OSPINA; Objects: Yamile MANRIQUE / Leopold VOLLAND; Costume: Minjung CHO; Lecture: Hatice KARAGÖL/ Beatriz BOADA; Live Music: Yavuz DUMAN / Mike FRECHEN; Video Silvia OSPINA; Sound Mix: Kabelton; Stage Tecnique: Bernd VOSS; Asistant DIrector: Yasmin ANGEL; Light Design : Guillermo Federico HENZE / Maria José ROMAN; Photography: Alwin LAY.
Design: Viagrafik
Produced by KHM, Köln.
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SMOKE LAND es una creación escénica interpretada y dirigida por Silvia Ospina. La obra se arraiga en el paisaje del departamento de Santander, Colombia, y se relaciona con el conflicto, generado por la tenencia de la tierra y el ejercicio del poder político.
Sin embargo, la pieza expresa una cuestión aún mucho mas profunda; Lo que está en juego, no es quien es el dueño de un parcela o una hacienda, sino la naturaleza nutricia de la tierra misma, el hecho de que somos nosotros quienes pertenecemos a la tierra – que se enuncia literalmente- pues somos sus frutos, la habitamos como si fuésemos los hijos de una bondadosa e infinita madre, lo que lamentablemente olvidamos más seguido de lo que nos conviene, a nosotros y a ella.
La pieza se teje con video proyecciones que se convierten en parte fundamental de la narración; los videos exponen las tareas cotidianas relacionadas con el procesamiento del tabaco, labores metódicas y pacientes, y con la sensación del ritmo natural del flujo del tiempo dibujado mediante la contemplación del torrente del río Chicamocha, que despierta una sensación de permanencia.
SMOKE LAND está enmarcada dentro de un discurso que hace referencia a la violencia bipartidista; en una de las escenas se elabora un tótem, o un hito de frontera; la figura está constituida por baldes, unos de color azul y otros de color rojo, los colores tradicionales de los partidos políticos históricamente mayoritarios. A la figura, la corona una calavera dorada, y nos recuerda a la bandera, amarillo sobre azul y rojo, sólo aquí es la muerte quien se superpone a todo lo demás, la verdadera vencedora al final.
La – danza del machete- es bailada con movimientos que remiten a una técnica oriental de lucha, la intérprete-creadora utiliza una máscara que nos aísla de sus posibles gestos de fiereza, de martirio, de dolor o de duda, despersonaliza al actor armado convirtiéndolo dentro de nuestro imaginario, y el suyo propio, en una anónima y eficiente máquina desconectada de los otros seres.
La pieza termina con una conclusión casi evidente: el destino del violentado y el violento son ajenos a su voluntad, son impuestos por aquellos que tiene una visión instrumental de la tierra y sus seres; la maldad es una condición tan trivial, tan sencilla de ejercer, solo se requiere ambición y voluntad para perder la proporción de las acciones.
Texto de Humberto Quijano